lunes, 19 de noviembre de 2018

SINGAR Y CHINGAR, PALABRAS HERMANAS Y PALPITANTES.

El sol se acababa de despertar sobre el puerto de Lekeitio en la mañana del domingo 18 de Noviembre de 2018. Un desayuno en el bar adecuado puede ser el comienzo de un relato singular. Elegí el Serenga por obligación: no había otro abierto a las 7 de la mañana. Un sesentón de buen ver con su pelo oscuro, su figura espigada y su sonrisa dispuesta me recibió en la terraza del local mientras barría los restos de la noche del sábado. Le pregunté si se podía pedir ya un café y se metió raudo en la barra para preparármelo. Al ver que en la tele estaba la 1 de TVE le dije que me sentía como en casa. Desplegué en la mesa mis bártulos de leer y escribir y me regalé un desayuno como mandan los cánones: café con leche en taza grande, zumo y caracola. Después de cumplir con mi otro ritual matutino (leer y escribir) fui a comprar el Gara. Donde fueres haz lo que vieres. Con ese periódico abertzale bajo el brazo me sentí alcalde de Lekeitio, aunque ahora gobierne el PNV en este feudo de la ortodoxia radical. Al volver por delante del Serenga no me resistí a la tentación de volver a tomarme un café. En la terraza del local se había formado una "mesa de autoridades". Cuatro
veteranos desayunaban compartiendo periódicos y charla. La frase de rigor para lograr la sonrisa de los lugareños fue elogiar la hermosura de la mañana. "Teníais que pagar más impuestos aquí en Lekeitio que los que pago yo en Gasteiz"-dije antes de pedir permiso para sentarme con ellos. El más risueño dijo que lo que teníamos que hacer en la capital de Euskadi era quitar tantas rotondas como tenemos, que cada vez que tiene que ir a hacer papeles se aburre de dar vueltas y vueltas. Aseguró incluso que alguna vez había tenido que llamar a algún amigo porque se había perdido. Otro lekeitiarra dijo que su pueblo era el Paraíso. Fue entonces cuando el risueño contó una anécdota sobre una bella palabra vasca que, al igual que el agur, ha pasado a engrosar el diccionario de la Lengua Española. Explicó que un día, viendo el concurso "Pasapalabra" en la tele, para completar el rosco de letras había que definir el acto de "remar con un remo armado en la popa de una embarcación manejado de tal modo que produzca un movimiento de avance". El veterano mocetón se quedó sorprendido cuando vio al concursante responder "singar", una palabra común entre los arrantzales euskaldunes, un préstamo que el euskera
había realizado al castellano. Después de elogiar el conocimiento enciclopédico de aquel concursante, hablamos de más palabra vascas y les pedí que siguiesen hablando en euskera para no alterar sus costumbres matinales. Fueron amables y usaron un batua al alcance de mi entendimiento y no el idioma cerrado de los lekeitiarras. Singar... Chingar... ¿Serán palabras hermanas? Un experto en etimología podría encontrar esa familiaridad semántica al comparar los movimientos del remero con los de la cópula. No en vano dice el diccionario que singar en Cuba y Venezuela es "realizar el coito", lo mismo que la tercera acepción de "chingar". Sobre lo que pasó durante el sábado 17 entre los 7 héroes que fuimos a Lekeitio a disfrutar de la enésima edición del Congreso Interfederal de Palpitant Burning Amigotes, queda constancia fotográfica del encuentro en el Faro de Santa Catalina, una comida en el Egaña por 32 euros, un poteo apto para quasisexagenarios y un día de tiempo primaveral y carcajada continua. La amistad... Bendito regalo del que disfrutamos Manu, Juan, Toño, Javi, Ignacio, Rafa y yo. Siete... Buen número...